lunes, 4 de abril de 2011

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No había maestros, las clases eran pocas y malas, pero el ayuntamiento de Teguise se empeñaba en construir algunas escuelas con dinero administrado personalmente, de forma muy extraña y opaca, por el alcalde y por el secretario interino. Por eso, tal vez, ni a uno ni a otro le gustó la noticia de que el Gobierno estaba implantando un proyecto para llenar España de escuelas rurales. Se trataba de un proyecto imaginado por alguna mente tan simplista como pragmática: el Ministerio ponía los planos y el dinero exacto para levantar una escuela de modelo único, de dos plantas, con el saloncito abajo y la vivienda del maestro arriba, con tejado de dos aguas; y el ayuntamiento interesado ponía el solar. Sólo había que comunicar el número y la localización de los solares, obedeciendo a los plazos divulgados en el Boletín Oficial, para que el dinero llegara como un regalo de la Providencia. Pero en La Villa, por lo visto, nadie había leído el Boletín Oficial, ni tenía el menor interés en leerlo. Y un día llegó un oficio del Gobierno Civil recordándole al alcalde lo bueno que sería que su municipio no perdiera la oportunidad de oro, magnífica, aunque con plazo de caducidad. Pero ni el alcalde ni el secretario interino se dieron por enterados, y aquel oficio fue a parar a la papelera. Hasta que el Gobierno Civil mandó otro oficio, menos diplomático, más duro, reclamando del ayuntamiento un compromiso claro y detallado sobre el asunto de las escuelas, que, además, debía ser proporcional al número de vecinos menores de 14 años. Y el nuevo oficio también desapareció en el silencio de los papeles abandonados. Hasta que el alcalde fue llamado a la Delegación del Gobierno en Arrecife, para dar explicaciones en vivo y en directo, que podrían haber sido muy sencillas y lógicas argumentando que el edificio de dos plantas y con tejado era una aberración estética y arquitectónica, tratándose del clima y del paisaje de Lanzarote. Pero entonces fue cuando el secretario interino decidió responder por escrito, yendo por otro lado, con otra argumentación: "Este Ayuntamiento no está interesado en la construcción de las escuelas que propone el Ministerio, porque, después de construidas y ocupadas, en alguna de ellas podría morir el maestro o la maestra ocupante, y, en ese caso, no habría cómo bajar el cajón con el difunto por la escalera externa, que, además de ser muy estrecha, carece de ángulo suficiente en su parte más alta, para sacar el muerto horizontalmente, sin violentar su postura durmiente".